<< La gente de Ibiza, no se mueve >>

Soy voluntaria en el proyecto de Cruz Roja de protección de la Posidonia en Ibiza. Salimos en servicio con un kayak, según nuestra disponibilidad, y navegamos hasta cada barco para controlar si están o no arrancando la Posidonia con sus anclas o con las cadenas de éstas.




Me sorprendió mucho que fuéramos tantas personas interesadas en este servicio «para lo que cuesta movilizar a la gente en Ibiza» y en el mismo sentido me pareció que éramos cuatro gatos subidos a un burro, intentando luchar contra molinos de viento. Entre mis asombros, también estuvo lo de que apenas había eivissencs, no se entienda esto por un comentario de sesgo divisionista si no más bien analícese este punto como el resultado de años de anclaje en una rutina que marca la vida de los residentes, ¿porqué cuesta tanto movilizar a la gente de Ibiza?

1.- Sabido es que, en primavera-verano, un 70% de la población residente en la isla tiene la agenda copada de jornada laboral y por ende, junto a las estaciones de otoño-invierno, padecemos de manera artificial un periodo climático propio de países como Laponia, en periodos amplios de 6 meses, o bien el sol no se pone nunca o bien, nos adentra en un crepúsculo de somnolencia.

2.- Véase que la resignación se ha incorporado tanto a nuestra cotidianedad, que se habla de ella de en la cola del súper, en el servicio de urgencias, en el trabajo, en la cola del paro, en los atascos y en la búsqueda fastidiosa de parking. «Si no puedes con el enemigo, únete a él» nos aferramos a esta máxima perdedora a través del hilo silencioso de la resignación.

3.- Súmese a todo y, quizás, consecuencia de las anteriores dos circunstancias lastrantes del avance hacia la prosperidad social, el cansancio rutinario vitalicio como Sino de la gente que nace o pace en la isla. El agote energético tanto moral y físico con el que arrastramos de un verano fogoso y padecemos en un invierno yermo.
La bipolaridad crónica con la que percibimos la realidad de la isla, según la época del año que se trate, es merecedora de un buen estudio antropológico. Siendo así que en verano todo vale, y en invierno, implicarse tiene un alto precio.

4.- Póngase también atención a un modelo turístico que violenta al medio ambiente, que no limita, no restringe, no cuida a turistas, ni a residentes, ni mucho menos, a las personas trabajadoras.
La fiesta, el descontrol, los lujos, los abusos, y por todos lados, la más rancia superficialidad de la especie humana es lo que nos ha traído un enfoque equivocado del para qué, para quién y cómo ofrecemos Ibiza.
Mensajes erróneos, beneficiados poderosos.

La culpa no es nuestra. A nosotras no nos dejan hacer muchas sugerencias en el escaparate de la isla, el visual lo llevan las altas autoridades, según su antojo, creatividad económica y brazos abiertos a carteras llenas. Los métodos turísticos han fallado y eso que, una de las pocas ofertas universitarias es la Escuela de Turismo.

Y tú, vives en una isla, que en periodo estival, promociona las más amplias y bondadosas liberaciones personales, proclamando por proa y popa, el amor libre y los beneficios espirituales de las coronas de flores en las sienes. Sin embargo, también vives en una isla que cierra en invierno el oleaje de frescura y todas esas bocas jugosas, se nos secan en el rostro.

No hay rastro de liberación cuando avistamos invierno, y cuando en un coletazo de reivindicación salimos, unas pocas, a la calle vemos las mismas caras, las mismas personas que suelen ir siempre, ni una más.
Bueno si, aquí con los trajines electorales se levantan muchas pancartas y se abanderan causas durante un plazo de 15 días, luego ya no. Son esas manifestaciones en las que te puedes encontrar a gente de algunos partidos al uso, sin consciencia alguna de la línea de actividad parlamentaria de su grupo, como pasmarotes y buenos cumplidores al apoyo institucional en protestas que olvidan y callan, luego, desde sus asientos.
Nosotras, las pocas personas que frecuentamos esos espacios públicos exigiendo Dignidad, las llamamos «manifestaciones de la casta».

Hibernamos sin remordimiento alguno, porque necesitamos un descanso sobrehumano tras un gran esfuerzo y sacrificio estival. Nos han dicho que debemos ser los camareros de Europa, América e incluso, muy orgullosamente de Rusia. Servimos para servir. Nos han dicho que aquí se nace para vivir en plenitud seis meses al año y el resto, para exprimir nuestros sentidos, perder nuestra conciliación familiar, desgastar nuestro bienestar. Ofrecemos, cada verano, en bandeja de lata nuestros derechos laborales.
Somos serviles, lacayos del sol y playa, somos mayordomos y señoras de la limpieza, limpiamos las botas que nos pisan, comemos en la mano de quien nos ahoga.

Para que los poderosos de aquí y de allá, tengan sus beneficiosos veranos, aguantamos retenciones, colapsos automovilísticos, accidentes mortales, incendios por descuido, por imprudencia, por unas risas, observamos despilfarros, delitos con la Hacienda Pública, violaciones medioambientales. Soportamos. Nos resignamos. Dormimos autómatas al calor de una lumbre.

Pero esta entrada no va dirigida directamente a sanar heridas con propuestas a las instituciones puesto que para ello, formamos gobierno y desde allí batallamos cada milímetro para limitar la afluencia de personas, coches en pro de las miles de demandas sociales y la protección de nuestro territorio y biodiversidad.

Aunque ya puestos, algunos alcaldes podían cumplir promesas, apostar por el equilibrio medioambiental y dejarse de banalidades:



Esta entrada va dirigida a vivificar a las personas, a empujarlas a que no cierren el debate de la saturación turística, a pesar del invierno, a que continúen con su indignación por el colapso estival, a que vengan luego a las manifestaciones a reivindicar su derecho a un arrendamiento decente, a que se animen a salir a la calle y acompañarnos en nuestros debates, charlas, proyectos sostenibles.

Si la mayoría, las personas afectadas por los veranos en Ibiza, salimos con la dignidad en bandera, tenemos muchas probabilidades de ganarle el pulso a los gurús del turismo.

Vamos a unirnos, ibicencos e ibicencas. No quiero tener que escuchar ni una sola vez más, que la gente de Ibiza no se mueve. Hagamos hazaña. Construyamos, presionemos, repensemos. Defendamos Ibiza como si la vida nos fuera en ello.

Y tras el calor, no volvamos a olvidarnos de lo que hemos visto, sentido y leído. Espero que este año, nos lo tomemos en serio.









No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento.