No queremos ser Super Mujeres, gracias.

Aunque de todas son sabidas las bondades de las redes sociales, en esta Era de la información a golpe de APP se han construido estereotipos imposibles y nocivos para la calidad de vida femenina, a mi personalmente cada vez me enfurece más el fenómeno crispante de las Súper Mujeres. 
La construcción alrededor de los propios valores positivos de las personas que se sienten mujeres, una suerte de atributos enriquecidos y super potentes a perseguir, no nos hace más mujeres sino que os hace al resto, mucho más idiotas.




La mujer perfecta no existe, no la habéis inventado vosotros y no existirá nunca, por más dibujitos con frases heroico-éticas que subamos como masa enfurecida a las redes. No es perfecta tu compañera de trabajo, ni tampoco tu madre, ni ninguna mujer de tu familia, ni de la mía. No es perfecta la tía guay del insti que va de botellón y baila con tus colegas, ni la novia de tu vecino que se corre en todos los polvos.


Olvidaos de esa esperanza infantil, no hay super mujeres. No-hay. No existen aunque lo parezcan, aunque quieran hacértelo ver, aunque lo afirmen de manera valiente y constante en redes sociales, no hay mujer que soporte el cumplimiento de todas las líneas rojas a las que no podemos fallar para seguir alimentando el mito de ser, estar y parecer guapas, buenas, inteligentes, fuertes, simpáticas, valientes, graciosas, divertidas y además saber de todo, entender de todo, hablar de todo, acordarse de todo y eso sin olvidar estar a la última moda, llevar el pelo limpio a recoger al niño a la escuela, beber café por la calle, trabajar 12 horas 7 días a la semana por cuatro duros, arrastrar todo el tiempo una sonrisa preciosa y sacar de vez en cuando el puño de «mujer todo lo puede» y claro, intentar picar algo rápido que sea vegano-ecológico fresco y de temporada. Hazlo todo perfecto, de una exquisitez brillante y no te permitas cometer un sólo fallo y menos si hay hombres delante. Luego, ya en el sofá, sube por favor la foto de «mujer bonita es la que lucha» y tal pascual.


No hay cuerpo, ni mente, ni sistema social que soporte tal cantidad de exigencia absurda en pro de un ideal al que debemos perseguir hasta, si hace falta, la muerte. No hay materia genética ni ser vivo capaz de cumplir tantas expectativas sin dejarse la salud, la familia o mucho peor, perder la noción de ti misma en el intento. Es que entre tanta estrangulación auto impuesta no habéis pensado que si las exigencias inalcanzables no se corresponden con la realidad, estamos atrapadas en una celda y todo por si nos resulta demasiado fácil romper el techo de cristal.



Soy muy desperfecta, tengo celulitis y muchas cosas peores y mucho más importantes que tener celulitis. Nunca voy a ser una super woman, lo pienso, entre la frustación no merecida y el orgullo de género, en los pocos ratos en los que no estoy persiguiendo la senda del estereotipo femenino ideal de super heroína de barrio. 

Nos hemos comprometido con unas metas insufribles contra las que lloramos las noches de insomnio, lloramos ante el sicológo, ante el espejo, en la cola del paro, haciendo cardio, body pump o como se llame, en el salón de la peluquería o en las clases para mayores de 45 años. Anzuelos que perseguimos con una frágil autoestima, presas de la inventiva masculina que observa críticamente como te confundes igual que él pero sin inmunidad alguna y de nuestra propia supervivencia, en el propósito legítimo y justo de alzarnos como indestructibles y mega poderosas a ver si así, por fin nos ven, nos oyen y nos valoran en igualdad y sin excusas.

Lo peor de todo, es que cada vez que logras una propiedad más de super mujer, las exigencias patriarcales suben un poco más, así de esa manera nos mantienen más preocupadas en conseguir la capa y aprender a volar que en vivir nuestra propia vida. 

Nunca vas a ser una super mujer porque no existen, pero ser Mujer a secas, sin adjetivos inflados y superfluos ya es una cualidad humana de un valor incalculable y un poder infinito.