Nos viole usted a las doce.

Crear conciencia de responsabilidad sobre una conciencia machista metida en años o potencialmente misógina, es espantósamente difícil cuando aún siendo imberbe el sujeto, es machista ya la tele, la escuela, el parque, el trabajo. Avanzar en la lucha feminista con los fundamentos en contra, es nadar a contracorriente. Educar en Igualdad se nos escapa de las manos. 

La familia educa, el entorno en el que vives, los recuerdos, las vivencias educan, los y las vecinas educan, y algo falla en el planteamiento global de Igualdad, cuando nadie se entera aún de qué es y para qué sirve. 
Las administraciones públicas dan ejemplo, del que si quieres aprendes, pero tampoco esto ha suplido las carencias educativas familiares y cientos de años de lucha feminista después, se dan cuenta de que el sistema entero ha fallado en el modelo. En resumen, nos han enseñado mal. 

Así, no extraña que todos quieran para sus hijos un buen trabajo y una buena vida, pero a pocos escucho hablar de la responsabilidad de educar en Igualdad porque deseen un hijo o una hija feminista, como si el valor añadido de eso no fuera también alcanzar la plenitud de la existencia.

Cuando la educación en Igualdad, deambula ociosa en los lodos de una sociedad poco comprometida, suceden graves malos entendidos, como cuando en una fiesta, a cinco hombres les da por violar a una mujer porque ella iba vestida así o decía asá o se comportaba como una fulana. Violar es meter la polla a la fuerza hasta que, rendida, deje de gritar y se convierta en una mujer con secuelas. Violar no es pasarlo bien con tus amigos y echar un polvo a la vuelta a casa, violar es un fallo del sistema.

Las grietas del orden establecido son tan abundantes, que de entre ellas emana a diario, pringosa y caliente sangre de mujer que nos chorrea a todas pero sobretodo, a todos. Échenle la culpa también, a la alineación patriarcal generacional y congénita cuya curación se tiñe ardua sin el consenso en Igualdad de todos los sectores implicados en el diseño del arquetipo masculino, empezando por los turbios poderes estatales y la monarquía sálica, así como también las instituciones y los sectores de la cultura, deporte, educación, trabajo, turismo, publicidad y marketing desde los puestos más altos a los más bajos, en todo lo largo y ancho del planeta deberían pedir perdón a las mujeres y empezar a enfocar la especie humana desde el punto de vista correcto. 

Los equívocos por un aprendizaje erróneo continúan evidenciándose a diario, los verás cuando te silban por la calle y pasmados, no terminan de comprender que a ti no te gustan los cumplidos, ni los halagos, ni los piropos. Esa perplejidad es un fallo del sistema.
Puede también pasar y pasa, que la llegada del verano se mide en centímetros que te quitas y gramos que bajas mientras te estrellas hipnótica frente al descanso publicitario, la frialdad con la que rechazas tu cuerpo de mujer también es un fallo del sistema.

Hombres en acuerdos de Paz, hombres en cúpulas religiosas, hombres detrás de un gatillo, hombres decidiendo mi derecho a no parir, hombres juzgando a hombres que violan porque son hombres, hombres presidentes, hombres decidiendo si me rajan o no el clítoris, hombres diseñando una campaña contra el machismo, hombres en mesas de negociaciones en cada municipio. La presencia mayoritaria de los hombres en todas las decisiones, es un fallo del sistema. Que te inspiren más confianza y seguridad que nosotras, también lo es.

Así recogemos resultados como el del otro día, que llega una mujer al cuartel de la benemérita ibicenca asegurando haber sido violada a las cuatro de la tarde, con la calima ahogándo, y la credibilidad de su versión depende de la hora a la que se produzcan los hechos, considerándose por quien atiende, que de dos a cuatro es horario fuera de rango de peligro por violación y por lo tanto, esa mujer miente, exagera o quiere vengarse del ex. Relativizar la aplicación de los protocolos de protección por violencia machista, dada la realidad que azota, es un fallo del sistema. 

Malos cálculos en la balanza de la Igualdad, mensajes contradictorios según el color político, nos convierten en esclavas, títeres inertes. Y mientras la Igualdad solo tiene un camino, se sobrevive con errores de medida democrática, inexactitud paritaria, erratas legislativas, disparates sobre las pasarelas, desaciertos publicitarios, micro-machismos pandémicos, feministas camuflados o fallos en la aplicación de protocolos contra el machista. 
Todo se paga, pero ¿quién lo hace? Nosotras. En el mejor de los casos, con una violación a las cuatro de la tarde, otras veces con la muerte. 

Para curar heridas, el feminismo debería ser asignatura troncal en la escuela, en la Universidad,  en las decisiones políticas, en las sentencias judiciales, el los argumentos parlamentarios, y llegar a la barra de los bares, a las conversaciones de cuñados, a las mesas de negociaciones, a los puestos de especial relevancia en un partido político. 
Para que cicatrice la brecha del odio misógino hacia la libertad y la autodeterminación de la mujer, hay que empezar a depurar responsabilidades y vosotros, asumir que debéis dar un paso atrás, para que la huella de vuestra historia quede al lado de la nuestra y no sobre ella.

Quince segundos tardas en terminar de leer esta frase, cuando regreses a la consciencia lo que te quedará de todo esto, es que hay gente que va a la comisaria a denunciar una violación a la hora de la siesta. 

Tú también eres un fallo del sistema. Y yo, soy una puta feminista.